Guía Changhai
INTRODUCCIÓN
Un viaje de mil millas comienza con el primer
paso.
Lao Tse
¿POR QUÉ SHANGHÁI?
Junto a la majestuosidad imperial de Pekín, el
interés arqueológico de Xi’an o el glamour con reminiscencias coloniales de
Hong Kong, la visita a Shanghái es imprescindible para conocer y disfrutar de
primera mano la nueva realidad china. La “Perla de Oriente” es la ciudad más
dinámica de Asia y el mejor exponente de la revolución -pacífica, pero
revolución a fin de cuentas- que está viviendo el País del Centro.
Cuando el visitante primerizo se sumerja en
las abarrotadas calles comprobará de un vistazo que en la ciudad conviven y se
superponen varias realidades, a menudo contradictorias.
Ante sus ojos se desplegará un hipnotizador
panorama formado por casas antiguas, cuando no decrépitas, en muchos casos
restos del esplendor pre revolucionario que conoció el París del Este,
innumerables comercios y restaurantes, tráfico esquizofrénico y una población
con vocación, paradójicamente tan mediterránea, de hacer vida a pie de calle;
pero basta con alzar la mirada para toparse con los suntuosos rascacielos
engalanados con neones kitsch, iconos del espectacular desarrollo que está
colocando a Shanghái en la vanguardia de este comienzo de siglo.
Asimilada la impresión inicial, el viajero
podrá certificar que es errónea la opinión, tan extendida, de que la ciudad
carece de reclamos turísticos de peso. La realidad es que la urbe en su
conjunto, con su inmenso collage de impactos visuales, personajes, olores,
contrastes y rincones, es en sí misma el atractivo para el visitante.
Algunos, especialmente ciudadanos chinos,
afirman que la verdadera ciudad es la de los hoteles, tiendas y restaurantes
opulentos, rascacielos imposibles, coches de lujo y un entramado empresarial y
financiero de primer orden. Otros se ciñen a los aspectos más pintorescos, como
las estrechas callejuelas, los puestos de comida al aire libre y los paisajes
urbanos sembrados de escombros. Para disfrutar plenamente de la visita a
Shanghái, hay que tomar esta dualidad como un todo y aceptar con la mente
abierta que ambas caras de la moneda forman la realidad de la ciudad.
Si bien un paseo tranquilo es la mejor
recomendación que se puede hacer, esto no quiere decir que Shanghái carezca de
puntos de interés. Existen magníficos ejemplos de arquitectura neoclásica y
contemporánea, museos de indudable interés y templos donde aún se puede
respirar el ambiente de la China
más añeja, oasis en medio del bullicio.
A todos estos atractivos se añade ahora la Exposición Universal.
Si los Juegos Olímpicos de Pekín fueron el anuncio al resto del planeta, por si
alguno no se había enterado aún, de que China ha vuelto y está aquí para
quedarse, la Expo
servirá para reivindicar el papel de Shanghái como uno de los grandes centros
económicos y culturales del mundo. Las autoridades locales y estatales han
hecho una apuesta decidida por el evento, conscientes de que es el mejor
escaparate para mostrar los logros del “socialismo con características chinas”
llevado al extremo.
De este modo, se han implicado todos los
sectores, incluida buena parte de la ciudadanía, para que el visitante se
encuentre con las máximas facilidades para disfrutar del acontecimiento y del
resto de la ciudad. La SEEI
(Sociedad Estatal para Exposiciones Internacionales) no es ajena a este
esfuerzo y se ha volcado para que el Pabellón Español, “el Pabellón Cesto”
–enteramente recubierto en mimbre- destaque especialmente, sirviendo de impulso
a la presencia empresarial en el gigante asiático.
Con todos estos elementos, el visitante de
Shanghái tiene ante sí la oportunidad de convertir su viaje en una experiencia
inolvidable, que le ayude a comprender el país que está llamado a marcar la
historia del siglo XXI. Esta guía, cuya iniciativa parte del Instituto Cervantes,
pretende dar a conocer la ciudad desde el español y ser una ayuda para abordar
esa aventura.
APROXIMACIÓN HISTÓRICA
La ocasión es buena, se dice para animarse,
apretando el vaso helado en la mano y acodado en el alféizar de la magnífica
atalaya del Cathay, estimulado por la música y por el perfume del jazmín, se
está tan bien aquí, se siente uno tan joven y lleno de vida todavía, tan
conformado a ese recodo último de su destino, tan confiado a su suerte y hasta
puede que tan guapo y elegante con su esmoquin, buena ocasión para volver un
momento la vista atrás a lo largo del camino, Kim, nuestro pobre camino de la
esperanza sembrado de trampas y mentiras al término del cual te has cruzado,
afortunadamente para ti, con el viejo camarada Michel Lévy.
El embrujo de Shanghai, Juan Marsé
Fuente: Guía Changhai.pdf