miércoles, 26 de junio de 2013

Guía Changhai - INTRODUCCIÓN


Guía Changhai
INTRODUCCIÓN
Un viaje de mil millas comienza con el primer paso.
Lao Tse
¿POR QUÉ SHANGHÁI?
Junto a la majestuosidad imperial de Pekín, el interés arqueológico de Xi’an o el glamour con reminiscencias coloniales de Hong Kong, la visita a Shanghái es imprescindible para conocer y disfrutar de primera mano la nueva realidad china. La “Perla de Oriente” es la ciudad más dinámica de Asia y el mejor exponente de la revolución -pacífica, pero revolución a fin de cuentas- que está viviendo el País del Centro.
Cuando el visitante primerizo se sumerja en las abarrotadas calles comprobará de un vistazo que en la ciudad conviven y se superponen varias realidades, a menudo contradictorias.
Ante sus ojos se desplegará un hipnotizador panorama formado por casas antiguas, cuando no decrépitas, en muchos casos restos del esplendor pre revolucionario que conoció el París del Este, innumerables comercios y restaurantes, tráfico esquizofrénico y una población con vocación, paradójicamente tan mediterránea, de hacer vida a pie de calle; pero basta con alzar la mirada para toparse con los suntuosos rascacielos engalanados con neones kitsch, iconos del espectacular desarrollo que está colocando a Shanghái en la vanguardia de este comienzo de siglo.
Asimilada la impresión inicial, el viajero podrá certificar que es errónea la opinión, tan extendida, de que la ciudad carece de reclamos turísticos de peso. La realidad es que la urbe en su conjunto, con su inmenso collage de impactos visuales, personajes, olores, contrastes y rincones, es en sí misma el atractivo para el visitante.
Algunos, especialmente ciudadanos chinos, afirman que la verdadera ciudad es la de los hoteles, tiendas y restaurantes opulentos, rascacielos imposibles, coches de lujo y un entramado empresarial y financiero de primer orden. Otros se ciñen a los aspectos más pintorescos, como las estrechas callejuelas, los puestos de comida al aire libre y los paisajes urbanos sembrados de escombros. Para disfrutar plenamente de la visita a Shanghái, hay que tomar esta dualidad como un todo y aceptar con la mente abierta que ambas caras de la moneda forman la realidad de la ciudad.
Si bien un paseo tranquilo es la mejor recomendación que se puede hacer, esto no quiere decir que Shanghái carezca de puntos de interés. Existen magníficos ejemplos de arquitectura neoclásica y contemporánea, museos de indudable interés y templos donde aún se puede respirar el ambiente de la China más añeja, oasis en medio del bullicio.
A todos estos atractivos se añade ahora la Exposición Universal. Si los Juegos Olímpicos de Pekín fueron el anuncio al resto del planeta, por si alguno no se había enterado aún, de que China ha vuelto y está aquí para quedarse, la Expo servirá para reivindicar el papel de Shanghái como uno de los grandes centros económicos y culturales del mundo. Las autoridades locales y estatales han hecho una apuesta decidida por el evento, conscientes de que es el mejor escaparate para mostrar los logros del “socialismo con características chinas” llevado al extremo.
De este modo, se han implicado todos los sectores, incluida buena parte de la ciudadanía, para que el visitante se encuentre con las máximas facilidades para disfrutar del acontecimiento y del resto de la ciudad. La SEEI (Sociedad Estatal para Exposiciones Internacionales) no es ajena a este esfuerzo y se ha volcado para que el Pabellón Español, “el Pabellón Cesto” –enteramente recubierto en mimbre- destaque especialmente, sirviendo de impulso a la presencia empresarial en el gigante asiático.
Con todos estos elementos, el visitante de Shanghái tiene ante sí la oportunidad de convertir su viaje en una experiencia inolvidable, que le ayude a comprender el país que está llamado a marcar la historia del siglo XXI. Esta guía, cuya iniciativa parte del Instituto Cervantes, pretende dar a conocer la ciudad desde el español y ser una ayuda para abordar esa aventura.
APROXIMACIÓN HISTÓRICA
La ocasión es buena, se dice para animarse, apretando el vaso helado en la mano y acodado en el alféizar de la magnífica atalaya del Cathay, estimulado por la música y por el perfume del jazmín, se está tan bien aquí, se siente uno tan joven y lleno de vida todavía, tan conformado a ese recodo último de su destino, tan confiado a su suerte y hasta puede que tan guapo y elegante con su esmoquin, buena ocasión para volver un momento la vista atrás a lo largo del camino, Kim, nuestro pobre camino de la esperanza sembrado de trampas y mentiras al término del cual te has cruzado, afortunadamente para ti, con el viejo camarada Michel Lévy.
El embrujo de Shanghai, Juan Marsé

Fuente: Guía Changhai.pdf

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