lunes, 19 de agosto de 2013

Guía oficial Ciudad de Granada

   

Guía oficial Ciudad de Granada
Puertas abiertas
Al pasado. Al futuro.
A la fusión. A la mezcla.
Al Norte. Al Sur. A las estrellas.
A la historia. A la vanguardia.
A la noche. Al horizonte.
A la aventura. A la contemplación.
Al cuerpo. A la mente.
A la fiesta. A la cultura.
Abierta todo el año.
Abierta al mundo.
ESGRANADA
Bienvenidos
desde la Alhambra y el Generalife
En la arquitectura árabe, el Patio de los Leones, representa la más alta aspiración: un jardín escondido al que miran todas las habitaciones que lo rodean. Los doce leones de mármol blanco parecen datar del siglo X o del XI y, según diversos autores, pueden representar las tribus de Israel, las constelaciones del zodiaco, los meses del año o hasta las lágrimas de una princesa. En la Sala de Dos Hermanas (1) (llamada así por las dos losas de mármol blanco que enmarcan la fuente) pasaban sus días las esposas y favoritas, y de ahí que a esta parte se le llamara El Harén. Al fondo está el Mirador de Daraxa, una estancia decorada con un derroche de mocárabes y azulejos coloridos que le brindan un ambiente lleno de encanto. Contiguo al Cuarto del Emperador está el Peinador de la Reina, que la emperatriz Isabel usó en alguna ocasión como dependencia privada.
En la Sala de los Abencerrajes, la cúpula de mocárabes en forma de estrella, inspirada en el teorema de Pitágoras. Las manchas rojizas del fondo de la fuente pueden ser, como se ha dicho a lo largo de los siglos, restos de sangre de los treinta y seis nobles Abencerrajes asesinados aquí.
Los muros y paredes de la Alhambra y el Generalife están cubiertos de una “piel” de poesía, inscripciones, romances, delicadas tallas y ornamentaciones artesanas, con todo tipo de simbolismos religiosos e históricos. La madera, la piedra y las yeserías sirven de lienzo en el que admiramos murales, poemas, rezos, alabanzas e incluso instrucciones de uso.
Se sale de los Palacios Nazaríes por el Partal (2), un verdadero oasis de frescura, rumor de agua, vistas y aromas, rodeado de preciosos edificios como la Torre de las Damas o el oratorio.
Un corto paseo te llevará al Generalife (3), un lugar de recreo y descanso creado para proporcionar todos los placeres de los sentidos a sus habitantes. Para la vista, el diseño de los jardines, verdadera lección de paisajismo que aprovecha el desnivel del terreno disponiendo patios, terrazas, miradores, arriates de flores, setos y laberintos. El oído disfruta del continuo rumor de fuentes y acequias, una especialidad de los arquitectos árabes, que trataron el agua como un elemento más de la decoración.
El recorrido por el Generalife puede ser tan largo o corto como se desee, pero debe pasar por el Patio de la Acequia (4), en el centro, con sus delicados surtidores en arco sobre la lámina de agua.
Los amantes de las leyendas disfrutarán imaginándose las aventuras amorosas que, según se cuenta, tenían por escenario el Patio de la Sultana, donde el rey Boabdil sorprendió a su esposa en pleno desliz con uno de los Abencerrajes.
Antes de dar por finalizado este viaje en el tiempo que es la visita de la Alhambra, el paseo puede prolongarse hasta el antiguo Convento de San Francisco, que hoy es el Parador de Turismo de Granada y disfrutar de uno de los jardines más hermosos de la ciudad. Su terraza es el lugar perfecto para descansar después del largo recorrido.
desde el Albaicín
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994, el laberinto del Albaicín es no sólo uno de los barrios más antiguos de Europa, sino también casi una ciudad autónoma, que se ha conservado durante más de mil años sin perder su carácter popular, íntimo y acogedor.
Pasear por el Albaicín es un fin en sí mismo, y la mejor forma de recorrerlo. Sus callejuelas, placetas, rincones y cuestas constituyen un conjunto urbano que evoca tanto el norte de África como otras antiguas ciudades mediterráneas.
Resulta fácil perderse, pero más fácil aún regresar: basta con ir siempre cuesta abajo para llegar de nuevo al centro de la ciudad.
Gran parte del carácter del Albaicín reside en la particular construcción típica del barrio, las casas con huerto y jardín que aquí se llaman cármenes: con sus tapias inexpugnables desde fuera, sorprenden al entrar por el uso del agua, la vegetación y los espacios. La gran mayoría son casas privadas, pero algunos de los más emblemáticos alojan hoteles y restaurantes —en los que puede disfrutarse de una comida o cena “con vistas” (6-8 en
págs. siguientes)—, fundaciones o centros culturales. Entre los que se pueden visitar destaca el Carmen de la Victoria y las Casas del Chapiz, hoy Escuela de Estudios Árabes, así como el Carmen Museo Max Moreau.
Un recorrido por lo más interesante del Albaicín puede partir del Paseo de los Tristes, subiendo la pendiente de la Cuesta del Chapiz, para llegar a la Iglesia del Salvador, que fue antes la Mezquita Mayor del barrio y de la que conserva su precioso patio. Cercana a ésta la Placeta de Aliatar, el Arco de las Pesas, Plaza Larga (5 en pág. 20) y su entorno, zonas, todas ellas, muy animadas.
Fuente: Guía oficial Ciudad de Granada


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