Austria Estado de Europa, sit. en la parte
central del continente;
83.859 km2, 7.812.100 hab. Cap. Viena. Limita
con la República Checa
al N, con la República de Eslovaquia
al E, con Alemania al N y O, con
Italia y Eslovenia al S, con Suiza y Liechtenstein
al O y con Hungría
al E.
• GEOGR. Geografía física. El relieve
austríaco, en su mayor parte
montañoso (1.000 m de alt. media), integra las
estribaciones
orientales de los Alpes y deja tan sólo un
pequeño espacio (al N y al
E) para los terrenos llanos (borde de la
llanura húngara -el
Burgenland-, cuenca del Danubio). Las grandes
ramificaciones alpinas -
macizo del Otztal, de los Hohe Tauern (3.796 m
en el Grossglockner,
cima máxima del país), Alpes de Carintia y de
Estiria- se hallan con
frecuencia interrumpidas por la presencia de
numerosos y fértiles
valles (Inn, Mur, Drave). El sector danubiano,
comprendido entre los
Alpes (al S) y los macizos de la Selva de Bohemia (al N),
configura
el paisaje subalpino más típico del país, con
una sucesión de
explotaciones agrarias y de pastos para el
ganado. El clima
continental está muy relacionado con la alt.
dominante y su rigor
sólo se atempera en la cuenca vienesa. Las
abundantes precipitaciones
se atenúan considerablemente en la zona
austríaca de la llanura
panónica (menos de 600 mm anuales). Un viento
característico de los
valles austríacos, al igual que de los suizos,
es el föhn, cálido y
seco (hasta el punto de que puede fundir la
nieve invernal).Geografía
humana. Con 93 hab./km2 Austria posee la
densidad más baja de Europa
central. Su demografía se caracteriza por un
crecimiento muy reducido
(0,7 %) y el envejecimiento de la población.
Su índice de urbanización
es
mediano (58 %), en comparación con los Estados occidentales de
Europa, y resulta de un hecho poco frecuente
en ellos: la gran
vitalidad de los Länder de montaña
(Vorarlberg, Tirol, Salzburgo),
cuyo aumento de hab. contrasta con el
estancamiento de los situados
en las regiones llanas o con el descenso
experimentado por la propia
Viena. De esta manera, el espacio geográfico
de Austria no sufre los
grandes desequilibrios de muchas áreas
europeas: aunque Viena siga
tipificando un caso de macrocefalia (agrupa
casi un 20 % de la pobl.
total) en razón de su pasado histórico, la
trama de centros urbanos
de tamaño medio -como Graz, Linz (en torno a
los 200.000 hab.),
Salzburgo, Innsbruck (alrededor de 100.000
hab.), Klagenfurt o Sankt
Pölten-, se localizan tanto en zonas de
dominio alpino como en zonas
de llanura. Geografía económica. Las
actividades agropecuarias
todavían conservan una gran importancia: en la
región de altas
montañas pastorea el ganado vacuno, mientras
que el valle del Danubio
y la cuenca de Viena están dedicados a un rico
policultivo (cereales,
remolacha azucarera, frutales, viñedos). En la
segunda mitad de este
siglo se ha desarrollado una industria
bastante diversificada -
siderúrgica, mecánica, eléctrica, química,
alimentaria-, bajo los
auspicios del Estado y con su base en la
explotación de los recursos
naturales (petróleo en la cuenca vienesa;
potencial hidroeléctrico en
los Alpes y el Danubio; minas de hierro en
Ezberg); se concentra
especialmente en el eje danubiano (Linz,
Viena). El sector turístico,
en expansión, tiene en las montañas del Tirol
y del Vorarlberg sus
áreas más conocidas, y contribuye a compensar
los déficit en la
balanza de pagos. Cada vez en mayor grado, la
economía austríaca
estrecha lazos con la de Alemania, que es,
además, el proveedor
fundamental del país, y con la UE , a la que se incorporó el 1
de
enero de 1995.
• HIST. El territorio que hoy constituye la
actual Austria fue el
centro de la cultura neolítica de Hallstatt;
hacia el año 400 a.J.C.
fue invadido por los celtas, posteriormente
fusionados con los restos
de algunos pueblos germanos diezmados por la República romana
(cimbrios, teutones) en el s. II a.J.C. al
intentar avanzar sobre
Italia. El dominio de Roma fue consolidado
sobre todo por el
emperador Augusto; sus fronteras con los
pueblos bárbaros fueron
aseguradas al S del Danubio por las provincias
de Retia, Nórica y
Panonia; en los campamentos de sus legiones
tuvieron su origen las
principales ciudades actuales, entre ellas
Viena (Vindobona). La
débil romanización se compensó con la
propagación del cristianismo
hacia el s. IV, en que comenzaron también los
movimientos de pueblos
germanos y asiáticos. Los hunos ocuparan
Panonia (432) y allí
permanecieron durante algún tiempo; en los ss.
VII y VIII el
territorio fue dividido entre bávaros y
ávaros, unos y otros
posteriormente derrotados por Carlomagno
(788). Éste transformó el
territorio en una marca (Ostmark, Marca del
Este) a fin de proteger
al Imperio franco de los ataques provenientes
de Europa oriental;
esta marca constituyó el germen de la futura
Austria, nombre aparecido
documentalmente por vez primera en el año 996
(Osterreich). A
finales del s. X la marca pasó a la casa
Babenberg, desde 1156 se
convirtió en ducado hereditario y en 1278
quedó vinculada a los
Habsburgo, que lo conservaron hasta 1918. A
partir del s. XIII los
emperadores alemanes eran con frecuencia
elegidos entre los
Habsburgo, cuya importancia se acrecentó
cuando se hicieron con la
corona imperial de manera definitiva (mediados
del s. XV), con
Federico III, quien adoptó la divisa AEIOU
(Austriae est imperare
orbi universo). Una acertada política
matrimonial engrandeció de
manera extraordinaria las posesiones de los
Habsburgo y contribuyó a
dar un contenido real a la mencionada frase
emblemática; Maximiliano
I, hijo de Federico III, contrajo matrimonio
con la heredera del
ducado de Borgoña, que aportó sus dominios
como dote; el hijo de
Maximiliano, Felipe el Hermoso, casó con
Juana, heredera de los Reyes
Católicos, con lo que también España pasaría a
ser regida por la
familia de los Habsburgo. Finalmente el
matrimonio de dos nietos de
Maximiliano con los hijos de los reyes de
Hungría y Bohemia preparó
el terreno para la futura incorporación de
estos reinos (1526). Así
se pusieron los cimientos del imperio mundial
de Carlos V, con su
centro de gravitación en España; la
administración del país austríaco
fue delegada en su hermano Fernando. A la
muerte de Carlos V (1558),
la dinastía de los Habsburgo se dividió en dos
ramas: una austríaca
(Fernando I, 1619-1637) y otra española
(Felipe II). Durante los ss.
XVI y XVII Austria constituyó un freno a la
expansión de los turcos,
que pusieron cerco a Viena en dos ocasiones
(1529 y 1683), pero en
ambas se vieron obligados a retirarse; la
contraofensiva austríaca
obligó a los otomanos a firmar el Tratado de
Karlowitz (1699), por el
que cedieron toda Hungría (menos el banato de
Temesvár) y la
soberanía sobre Transilvania; en 1718 Austria
incorporó merced a la
Paz de Passarowitz y a costa de los turcos
aquel banato de Temesvár,
parte de Valaquia, de Bosnia y de Serbia.
Mientras tanto, en el
interior se había restringido la expansión del
protestantismo
(Fernando II fue uno de los adalides de la Contrarreforma ) y
dado al
Estado un cariz absolutista y católico, máxime
después de la ruptura
de la unidad religiosa en los países
germánicos que había conducido a
la guerra de los Treinta Años (1618-1648). A
principios del s. XVIII
tras la firma del Tratado de Utrecht-Rastadt
(1714), que puso fin a
la guerra de Sucesión española en favor del
candidato borbónico
(Felipe de Anjou), Austria recibió los Países
Bajos, el Milanesado,
Nápoles y Cerdeña (las dos últimas perdidas en
1738). Para la
organización de este bloque territorial, que
en Alemania empezó a
disputar la naciente potencia prusiana con las
crisis representadas
por las guerras de Sucesión austríaca
(1740-1748) y de los Siete Años
(1756-1763), se adoptaron medidas
centralizadoras, respetándose
aparentemente los privilegios de las
provincias. El dominio imperial
se sustentaba en cuatro pilares: burocracia
(austríaca), ejército,
policía y clero. Estos patrones de unitarismo
y de intentos de
germanización se afirmaron con María Teresa
(1740-1780). En cambio,
José II (1780-1790), típico representante del
despotismo ilustrado,
practicó una política de reformas. Luchó
contra la influencia de la
Iglesia y estableció un control especial del
Estado sobre aquélla (
josefismo). Durante esta época Austria
adquirió, como consecuencia
del reparto de Polonia, la región de Galitzia
(1775) y Cracovia
(1795), y arrebató a los turcos la Bucovina (1775). El
período de
1792 a 1815 invirtió este proceso interior y
exterior, al reportar
continuas pérdidas territoriales, causadas por
su enfrentamiento a la
Francia revolucionaria y al Imperio
napoleónico. En 1806 Francisco II
de Habsburgo disolvió el Sacro Imperio Romano
Germánico y se
convirtió en emperador de Austria. Durante el
Congreso de Viena
(1815), y gracias sobre todo a la personalidad
del canciller
Metternich, Austria recuperó la mayor parte de
los territorios
perdidos y se convirtió en el bastión y
gendarme del absolutismo en
Europa; sin embargo, no pudo impedir la
proliferación del ideario
liberal. En 1848 se produjo un levantamiento
revolucionario que
obligó a Metternich a huir, lo que constituyó
todo un símbolo como
final de una época; el liberalismo iba
acompañado de fermentos
independentistas en los países sometidos
(alzamientos nacionales en
Hungría, Bohemia e Italia); no obstante, las
insurrecciones fueron
aplastadas, la Constitución liberal
de 1849 anulada, y se constituyó
durante algún tiempo un régimen tan
centralizador como el anterior,
basado en la fuerza decisoria del ejército y
en la práctica entrega
de los resortes educativos y culturales a la Iglesia ; sus tintes más
reaccionarios los encarnó el barón Von Bach,
ministro de 1852 a 1859.
A pesar de la rígida compresión del sistema,
pronto se pusieron de
manifiesto sus debilidades, no menos internas
(heterogeneidad étnica
de sus dominios) que externas (rivalidad de
Prusia, asunción de las
reivindicaciones de unificación italiana por
el Piamonte). La derrota
en Italia ante la coalición francopiamontesa
(1859) y ante los
prusianos en Sadowa (1866) precipitó la
urgencia de reformas
inmediatas que hiciesen frente tanto a las
peticiones liberales como
a los movimientos nacionalistas. El Imperio
austríaco se transformó
para constituir el sistema de la monarquía
dual austro-húngara
(1867), dos Estados distintos e iguales que se
repartían el control
de las múltiples nacionalidades bajo un mismo
vínculo dinástico: la
Cisleithania, con capital en Viena, de mayoría
germana, y la
Transleithania, con capital en Budapest y con
predominio de magiares;
de esta forma se reconocía la autonomía de
Hungría, de la que
Francisco José (1848-1916) fue coronado
emperador. Por otro lado, la
evolución económica propició determinadas
reformas de talante liberal
que culminaron el año 1905 con la instauración
del sufragio
universal. La I Guerra Mundial aceleró
el proceso de desintegración
del imperio de los Habsburgo. Los movimientos
nacionalistas hicieron
insostenible la situación. Carlos I, sucesor
de Francisco José
(1916), renunció a la corona (noviembre 1918),
y al día siguiente se
proclamó la República de Austria,
con un territorio reducido a su
núcleo inicial germano. En seguida se notaron
las desastrosas
consecuencias de la guerra: la explosiva
situación social favoreció
la aparición de movimientos revolucionarios y
a ellos se unió el
intento separatista de algunos Länder. En
octubre de 1920 se promulgó
una Constitución que permaneció vigente hasta
1938, período
caracterizado por los conflictos entre
socialistas y conservadores y
por las agitaciones de los nacionalistas
germanos, cuyas miras se
orientaban a la integración con Alemania
(Anschluss). Al socaire de
la crisis mundial de 1929 y sus secuelas de
deterioro social las
doctrinas pangermánicas no hicieron sino
acrecer sus partidarios. En
1933 el Gobierno conservador de Engelbert Dollfuss
disolvió el
Parlamento e instauró un régimen autoritario.
Los socialistas,
sometidos a continuas provocaciones, se
alzaron en armas el 12 de
febrero de 1934, pero no lograron resistir más
que unos pocos días;
el paso siguiente fue la abolición de todos
los partidos, excepto el
Frente Patriótico creado por Dollfuss. El 25
de julio de 1934 un
grupo de nacionalsocialistas se apoderó de la Cancillería y asesinó
a
Dollfuss, pero la insurrección fue sofocada.
Kurt von Schuschnigg,
sucesor de aquél, buscó apoyo en Francia, el
Reino Unido e Italia
para evitar la unión con Alemania; tales
contactos fracasaron y,
cuando se anunció un plebiscito sobre la
independencia del país,
Hitler invadió Austria, proclamó el Anschluss
y el país se convirtió
en una provincia del III Reich, rebautizada
con su viejo nombre
medieval (Ostmark). Contra la amalgama
efectuada por el nazismo en el
ejército y la administración empezaron a
actuar desde 1943 débiles
grupos de resistencia, mientras el futuro de
Austria se decidía en la
Declaración de Moscú (firmada por la URSS , EE UU y el Reino Unido)
que fijaba la independencia del país como uno
de los objetivos de la
guerra. Al acabar la II Guerra Mundial fue
ocupado por las cuatro
potencias vencedoras; el Tratado de Viena
(1955), al restablecer su
soberanía, le prohibía pertenecer a cualquier
alianza militar y
asociarse con Alemania. Esta neutralidad
forzosa fue aprovechada para
desarrollar una política exterior de mediación
entre las grandes
potencias. En la posguerra tres formaciones
políticas ejercieron el
protagonismo: el Partido Popular (ÖVP,
democristiano), el Partido
Socialista (SPÖ, socialdemócrata) y el Partido
Comunista (este último
progresivamente desplazado); los dos primeros
respondieron a la
división del país en una zona rural,
conservadora y católica (Partido
Popular) y otra industrializada y progresista
(Partido Socialista).
Durante los primeros años ambos gobernaron en
coalición. En 1966
ocupó el poder el Partido Popular, pero en
1980, bajo la dirección de
Bruno Kreisky, lo hicieron los socialistas,
que gobernaron solos
(1970-83), en coalición con los liberales
(1983-86) o con
democristianos (desde 1986). Austria vivió un
período de aislamiento
internacional cuando Kurt Waldheim, sujeto y
objeto de graves
acusaciones por su pasado nazi, ocupó la
presidencia (1985-1992). En
las elecciones de octubre de 1990, surgieron
dos nuevas formaciones
en el panorama político: el Partido Liberal
(FPÖ), de extrema
derecha, y los ecologistas. En 1992, alcanzó
la presidencia Thomas
Klestil, que se había presentado a las
elecciones como candidato del
Partido Popular (ÖVP). Tras el referéndum de
1994, Austria hizo
efectivo su ingreso en la Unión Europea en
enero de 1995. En enero de
1997 el líder socialdemócrata y jefe del
Gobierno, Franz Vranitzky,
dimitió de sus cargos y entregó el poder al
hasta entonces ministro
de Finanzas, Viktor Klima. En abril de 1998
Klestil revalidó su
mandato presidencial ante las urnas. El auge
de la extrema derecha
quedó reflejado en las elecciones legislativas
de octubre de 1999, en
las que el FPÖ de Jorg Heider se situó como
segunda fuerza política
en Austria detrás de los socialdemócratas, que
sufrieron un sensible
retroceso.
Fuente: Enciclopedia Lafer
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